El Bouchard

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(Por razones ajenas se debieron evitar los acentos y otras formas ortograficas)

Imagen del ARA BOUCHARD (D26) 2da Div. de destructores.

Maldecido a veces... bendecido en otras, el Bouchard paso a formar parte de mi vida para no irse jamas. Supongo que asi­ habra sucedido con el resto de mis camaradas pero, no puedo hablar por los demas, si­ por mi­.


No fue facil mi paso por este buque. Llegue a el con diecisiete anios y lo deje atras con diecinueve, llevando conmigo como unica carga, todo un bagaje de amargura en la despedida... ya que debi­ partir y no por propia voluntad. Hasta no hace mucho tiempo trate de no saber que habri­a ocurrido con el en estos anios. Por casualidad una hermana mi­a que visitara junto con otros familiares a la flota en Puerto Nuevo hace un par de anios, pudo saber que el viejo destructor ya no existia... que otra nave llevaba su nombre.

Me causo asombro y bastante enojo que la inquietud por el Bouchard no fuera prontamente respondida. Segun ella, le costo obtener una respuesta de oficiales jovenes y algun suboficial que pintara canas. Supongo que no debio molestarme y menos sorprenderme... si desde que me fuera de baja de la fuerza muy poca gente tenia idea de la historia de este buque. Al fin, entre el personal que atendi­a a los visitantes, un suboficial de mediana edad le responde que el se acuerda del destructor Bouchard... que en aquel entonces era un barco viejo, pero de los mejores de la flota... y que ya no existi­a. Que habi­a sido desguazado hacia mucho tiempo.

 Yendo hacia atras en el tiempo, recuerdo las burlas de algunos companieros de Puerto Belgrano y que vivieran aquellos hechos de guerra en la base del puerto, al referirse a uno de los momentos que tuviera como protagonista al viejo destructor. Si propios camaradas pensaban de esta manera, que quedaba para aquellos que no formaron parte de la Armada, y que aun niegan el protagonismo de la Flota de Mar durante el conflicto. A veces me pregunto si el pecado del Bouchard y sus tripulantes, fue el no haber sido hundidos por algun submarino britanico... y que el menosprecio y olvido son monedas de pago por haber regresado indemnes a casa. Creo... creo entender el sentimiento de aquellos que pelearon en tierra. Como tambien entiendo que cada uno de nosotros cumplio con el rol encomendado. Asi como alguien debio ocupar una trinchera, otros debimos cubrir las posiciones que nos tocara en suerte. No fue decision propia haber estado donde estuvimos... fuimos una pieza mas del engranaje de esa gigantesca maquinaria impersonal.

Si quiero justificar el papel llevado a cabo por el Bouchard?...

Si... Por que no?... porque si no lo hago desde mi persona, quien lo hara? El viejo y querido Bouchard no puede hacerlo... mas alla que poco tiempo despues de finalizadas las acciones, este noble destructor fuera usado para practica de tiro al blanco, enviado a pique y hoy no este presente, como todo objeto inanimado no puede responder por si solo ante estos hechos de olvido. Aunque claro... no puedo dejar de idealizarlo y a pesar de mi propio raciocinio y la destreza de nuestro comandante, dejar de pensar que el viejo Bouchard tenia su almita. En los momentos mas angustiantes de aquel entonces, este algo o sentimiento, me daba la seguridad de que ese querido y viejo destructor de alguna manera nos sacaria de cualquier brete, de terribles temporales que hacian chirriar su estructura de metal... de torpedos que vapulearan su trajinado casco. A veces, quiero pensar que no fueron mis companieros artilleros quienes disparaban sus caniones aquella vez... sino que era el propio Bouchard, el que buscaba blancos por su cuenta en el horizonte, rompiendo la neblina y tratando de asestar  su andanada de fuego... arrastrando cadena y ancla buscando el combate... Por eso mismo pienso en lo triste de ver al Bouchard como un simple blanco de tiro de otros buques de guerra... mas aun, luego de haber zafado milagrosamente de un momento tan critico.

Recuerdo que, amarrados en el puerto de Ushuaia, un canal televisivo mostraba al aire el reportaje a un sobreviviente del crucero Gral. Belgrano. Cuando escuchamos de su boca que la primer senial de rescate provino de nuestro buque, alguien -no recuerdo quien- en medio de la algarabia desatada y en tono de broma grito, "...el glorioso Bouchard!!!...", lo que de tanto en tanto se repetiria durante el resto de la navegacion. Aquella frase, dicha en tono de broma en esos momentos, me quedo grabada para siempre. Se hizo carne en mi y no puedo recordar al ARA Bouchard si no es de aquella manera... es decir, como el Glorioso Bouchard. Lo pienso, no con soberbia sino con mucho afecto. No puedo tener otro pensamiento hacia el que nos cobijo y protegio. Y vaya a saber uno, por que motivo las cosas se dieron de tal manera para que, a pesar de los riesgos, hoy me encuentre relatando estas pequenias anecdotas... anecdotas que seguramente de no hacerlo, se perderian irremediablemente en el tiempo... al igual que la historia del Bouchard.

Siento que el espiritu de este buque de guerra sigue vivo... a pesar de los intentos de olvido. Eso es lo que me impulsa desde hace tiempo a relatarles a quienes desconocen, que existio un gran buque con ese nombre. Que tuvo su bautismo de fuego y juntos fuimos protagonistas de una pequenia parte de la historia argentina... que aunque yo pueda resultar un insignificante numero en las estadisticas de guerra, siento el orgullo de no haber sido un mero espectador.

Y es de esta manera que surgio la inquietud de escribir algo sobre esta noble nave. Que fuera ni mas ni menos la que nos llevara en sus entranias en tiempos de paz y de guerra, por todo el tiempo que duro la campania por nuestras Malvinas, y nos trajera de regreso sanos y salvos a pesar de los peligros que debimos atravesar.

Vaya por lo tanto este humilde homenaje al Destructor Bouchard, y a mis antiguos camaradas.

A.D.A.

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